19.3.08

9-13 Nisán, 33. e.c.



En el calendario lunar judío, el mes de Nisán comenzaba con el despliegue de la luna nueva más cercana al equinoccio. En el calendario lunar judío, los días no se contaban como en nuestros días partiendo de la media noche, sino que se consideraba que un día comenzaba luego de la puesta del sol.

Muchos han estado intentando matar a Jesús, y aunque el mismo ha dicho que sucedería, no ha permitido que pase por celebrar la pascua con sus discípulos. Los días son calientes, el lugar es polvoriento, y es en este contexto en el que el siete de Nisán Jesucristo llega a Judea. El pueblo está inquieto por la opresión romana, y los líderes eclesiásticos del momento tienen sangre en el ojo tras las denuncias hechas por el tal ‘Rabí’. Jesús llega a Betania, a casa de Lázaro (a quien había resucitado). El siguiente día será sábado, así que el perfil de sus actividades se mantiene bajo.

Domingo 9 de Nisán: el camino de Beftagué luce aconglomerado, y es por que Jesús entra en el pueblo. La gente gritaba “¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová, sí, el rey de Israel!” (Juan 12:12-15). Pero para ser un rey, las cosas están bastante extravagantes: no hay mayor vestuario, ni un suntuoso corcel, ni alfombras costosas… en vez de eso, Jesús entra humildemente en un pollino de asno, y las alfombras son prendas de vestir que algunos arrojan de camino. Sírvase contrastar esta escena con las entradas de las ‘personalidades’ de la farándula religiosa y concluya usted, por favor.

Al llegar al pueblo, Jesús enseña, sana, y anuncia con nostalgia y lágrimas el destino de Jerusalén en unos años, y denuncia, con énfasis acentuado, a los hipócritas religiosos.

El lunes 10 de nisán, nuevamente en el pueblo, Jesucristo denuncia también, pero toma acción del repugnante comercio imperante en la entrada del templo, donde se valían de la necesidad de la gente de presentar ofrendas para comerciar. Asqueado declara: “Mi casa será llamada casa de oración’, pero ustedes la hacen cueva de salteadores.” (Mateo 21:12, 13). Echa a los comerciantes, vuelca las mesas y los bancos de los vendedores oportunistas*. La furia de sus opositores, sube no solamente por que están siendo denunciados, sino también por que la gente ‘se cuelga de el para oírle’ (Lucas 19:47, 48).

Es el último día del ministerio público de Jesús; martes 11. Al llegar al templo Jesucristo se encuentra con líderes religiosos desafiantes nuevamente. Primero le cuestionan su autoridad para ejecutar milagros, y luego intentan ponerlo en un predicamento político para tener base para acusarle. En ambos cuestionamientos las respuestas de Jesús son rápidas, breves, efectivas, y una bofetada para todos los que pensaron que ‘ahora sí’ (Mateo 21:23-27, Mateo 22:15-22).

Es la última vez que Jesucristo hablará en público, así que ante los cuestionamientos es necesario volver a denunciar todavía más las cosas que están mal. Jesucristo les llama “Serpientes, prole de víboras”, y advierte al pueblo: “No hagan conforme a los hechos de ellos, porque dicen y no hacen.”

Con la misma fuerza con la que denuncia, Jesucristo también observa las cosas positivas. Destaca la humildad y altruismo de la viejecita viuda que se esfuerza por dar lo que pueda por ayudar al templo. De nuevo, tenga la bondad de comparar el aprecio por lo que alguien da y la forma en la que se enfoca en la cantidad, no la calidad de las dádivas, versus los líderes religiosos que piden diezmos hasta el punto de exigir órdenes patronales con el fin de asegurarse si están dando su décima parte (Lucas 21:1-4).

Saliendo del templo, Jesucristo anuncia: “Vendrán los días en que no se dejará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada” (Lucas 21:5, 6). Luego de eso, Jesús detalla a sus discípulos sobre la señal de su presencia, tema que discutiremos en otro post.

Los siguientes dos días, 12 y 13 de nisán, son días de preparación para todos los protagonista de esta historia. Jesucristo no se deja ver públicamente para poder celebrar la Pascua con sus discípulos, y de hecho envía a sus discípulos a hacer sus preparativos para ello (Marcos 14:12-16; Lucas 22:8). Pero no solo el se prepara; los guías religiosos ya no están dispuestos a esperar más para matarle (Marcos 14:1, 2).

* Estaba exagerando Jesús con su indignación? Según Alfred Edersheim, autor del libro “La vida y los tiempos de Jesús el Mesías”, los cambistas cobraban una comisión por cada moneda cambiada. No todos podían llevar sus animales para sacrificio viniendo de lejos, y los que lo hacían también tenían que pagar por un 'inspector' que revisaba o valoraba la ofrenda (ninguno de los previos eran parte de la ley, sino invenciones humanas). Muchos preferían no sufrir un rechazo, y comprar de una vez la ofrenda 'oficialmente aprobada'. Alfred declara: “A más de un pobre aldeano lo desplumarían allí a conciencia”. No solo Jesús apuntó la existencia de este tipo de negocios. Anás y su familia tuvieron “bazares”, según algunos escritos rabínicos, y se dice que eran la principal fuente de ingreso.

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