13.1.09

Sapo



Había una vez un sapo que vivía encerrado en una cloaca. Inspirado por la historia rumorada por ahí, no confirmada, de un príncipe que había sido hechizado que mágicamente fue liberado por un beso, rápidamente dedujo que se trataba de el (siempre se sintió diferente y especial). Al ver la vida con ojos de príncipe, no todo fue sencillo: La cloaca hedía y el sapo comenzaba a sentir incómodo su hábitat: “No se supone que un príncipe viva así”, decía indignado.

Luego tuvo que lidiar con no ser de sangre azul, sino roja y además fría. Sus verrugas distaban de ser lindas, su voz nunca estuvo a la altura de lo que se requería para transmitir a la frecuencia adecuada todos los versos, canciones, y demás composiciones triunfales de amor que había comenzado a editar desde que se dio cuenta de su identidad incógnita como príncipe. Cuando se sentía triste por su fealdad o lo embargaba la soledad de aquella cloaca, recordaba la poca resistencia que iba a tener su hechizo ante el beso de aquella amada, y visualizar ese momento lo hizo cobrar ánimo. Durante las noches, un hada le iluminaba en los sueños y le decía con ternura que la espera y su aguante valdrían la pena.

Un buen día se asomó a la cloaca una niña pecosa y pécora, de nombre Camila. Lo llamó con afecto y el sapo pensó que su espera finalmente acababa, a juzgar por lo brillante de la diadema que la mocosa portaba. Al acercarse y replegar sus labios uniéndolos para dar aquel beso con su boca fría y verde, sus expectativas del beso que le iluminaría la vida con el rompimiento del hechizo, se convirtieron en un una caja de cartón que le tapó la poca luz que había… contarles cómo se escapó posiblemente de para otro cuento, pero digamos que el temblor nunca fue tan oportuno como entonces, para que nuestro amigo el sapo no fuera disecado. ‘Esta no es la princesa’, concluyó con ímpetu.

En otra ocasión, pensó cumplida su profecía cuando en una noche una jovencita dulce y de ojos brillantes le tomó. Musitó unas cuantas palabras con un tono dulce, pero luego dijo… ‘uy huácala, esto no es la cartera que perdí!’. Los labios del sapo solo se resquebrajaban tratando de contener su llanto. ‘Parece que todavía no llega’, dijo, tratando de mantener esperanza.

En una tercer ocasión, Patsy, la niña traviesa del barrio le habló. No tenía mucho de princesa pero a estas alturas el sapo no creía en las apariencias. Al fin y al cabo. No era el mismo un príncipe con cara de sapo? Decidió aproximarse. Durante dos días le pidió que se viniera con ella. El al principio desconfió, pero luego ella le pareció fiable. Estuvo tres días con ella, pero ella nunca se atrevió a besarlo. Hasta que un día, luego de confrontarle, ella le dijo que nunca pensó en el para otra cosa que no fuera una mascota. Y que las mascotas no se besan por cuestión de higiene.

El sapo se descorazonó. Huyó de aquel enclaustro, saltando a toda prisa, hasta llegar a un solitario parque. Fue entonces donde descubrió con los vagos de ahí, que en realidad, nunca fue un príncipe. No había caído tampoco, en que ya de hace tiempo no soñaba con el hada. Había crecido! Además ya no hay princesas desde que las democracias se impusieron, por que tampoco hay reyes (eso por cierto, lo convertía en un desempleado). Y se dedicó a cantar, sobre algún incipiente charco de aquel parque en invierno, todos los sonetos que compuso. Cantaba, tan horrible como todos sus rechazos!

Con algo de nostalgia, quizás mareado por el agua ardiente que alguien derramó en el charco del que tomaba, entre mosca y mosca, me dijo: ‘En este mundo, todo ha cambiado mucho. Ahora no hay príncipes, ni princesas, ni se sueña. Todo viene y va. O nunca viene, o nunca va’. Igual, la vida de este sapo estuvo sobre el nivel... no todos los sapos cantan sonetos reales, aunque suenen horribles.

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2 comments:

Anonymous said...

Si el sapito quiere estar a la altura del principe no lo lograra, pero si se percata de lo majestuoso que es alrededor de los demas sapitos, sabra que su canto sobresale entre todos los demas. No es malo ser sapo, igual...a la ranita le gusta asi =)

marcela said...

jajajajajajajajajajajajajajajajaja!! Qué risa me dio esto, pero estoy de acuerdo con él en su frase ‘En este mundo, todo ha cambiado mucho. Ahora no hay príncipes, ni princesas, ni se sueña. Todo viene y va. O nunca viene, o nunca va’.