18.11.08

Slapping School Inc.



Resulta que soy alérgico a cierto tipo antigripales. Ante el efecto adormecedor en la piel, dedos, cara, lengua y el aletargamiento que sentía mentalmente, decidí tratar de 'despabilarme' con una bebida energética. Mala mezcla. Tuve una reacción alérgica que no quisiera volver a tener. En menos de 20 minutos perdí control sobre mi cuerpo. No podía hablar, mis puños se retorcieron solos, no podía ni controlar mi lengua y casi no podía respirar. Es como si el cerebro se desconectara del cuerpo, pero siguiera lúcido registrando y viviendo todo. El taxista asustado solo acató dejarme en casa. No me podía ni bajar. A rastras literalmente, Dios sabe como, llegué a mi casa, todo quedó en el suelo y yo solo caí.

A como pude me tiré en la cama y miré el cielo razo. La crisis duró varios minutos. Posiblemente es dramático, pero juro que sentí que iba a morirme. Y estando en ese ‘trance’, vi la clásica película que recorre toda mi vida en 10 segundos y te pone a pensar. Me sentí mal, por que sentía que me faltó vivir mucho. Por que quería lograr más. Por que no tenía nadie a mi lado y aunque me llorarían seguramente, no tenía una mano de la cual agarrarme. Me siento solo concomitantemente. Pero nunca me sentí tan miserablemente solo como entonces. Entendí, por primer vez en mi vida, que también tengo necesidad de algo, ya no para vivir, sino morir. Me impactó tanto, que basado en esa experiencia y otra más que también es real, escribí los cuentos de don Ácido.

Me ha tocado estar en hospitales más de lo deseado. He estado con amigos para nacimientos de hijos, ataques de ausencia leve, crisis depresivas, cuadros graves de hipertensión, pérdidas de bebés, amigos que sufren paros cardiorespiratorios, y otras. El catálogo es vasto. La que más me duele son las noches que pasé en las bancas de hospital esperando tener noticias sobre gente que amo con mis fuerzas, por que atentaron contra su vida en un momento doloroso.

Estar en un hospital no es doloroso solamente por que las bancas son duras e incómodas. Ni por que huele a una mixtura indefinible de antibióticos, aire reciclado, cobijas viejas, pus y vómito. Eso molesta, pero no es lo más incómodo. Es el dolor de ver niños sufriendo, o la viejita enclenque que va sola a las citas por que no tiene quien le lleve. Es vivir la frialdad de los doctores. Son las gente que llora. La angustia o la impotencia de presenciar ‘la mala noticia’. He visto a muchos de ellos tener una suerte de soledad parecida a la que viví en ese momento.

Lo bueno de estar ahí, es que se nos recuerda con una cachetada, que vivir segundo a segundo es un indescriptible milagro que subestimamos por que se nos vuelve cotidiano. Y no entendemos que cada poca de aire que tomamos no debe ser dada por menos, y que hay que mostrar gratitud, por tenerlo. Nos enseña que en cualquier momento podemos ser los siguientes. Tal vez también, esto puede tener que ver con que luego de cierta edad uno comienza a dilucidar 'la brisa de la muerte enamorada, que ronda como un angel asesino'.

Estos días se ha incrementado el asunto de acompañar amigos en los hospitales. Anoche estuve en el hospital acompañando una amiga cuya madre agoniza, anteanoche llevé a una amiga por problemas de hipertensión. Hace 2 semanas fue con otro amigo. Me gusta? Por supuesto que no. Pero es una gran bendición tener el privilegio estar al lado de alguien a quien quiero. Ser el que esté al lado de cualquiera que estime que merezco ese privilegio, para vivir, o para morir. Estoy seguro: el amor es más importante que la vida misma.

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3 comments:

marcela said...

Ahhhhh te entiendo perfectamente. Detesto los hospitales. Pero todavía no he aprendido la lección de ellos si la lección es que hay que vivir cada día como si fuera el último.

Anonymous said...

No se porqué razón siento dentro de mí, algo que me indica que debo de ser mas agradecido por las cosas que me han ocurrido... esta enrada que tan amablemente has expuesto a los que te leemos, me ha abiert un poco mas de concienca aletargada y dormida, aparte, de recordar que, algo similar me ha ocurrido anteriormente, no me fue una experiencia del todo agradable en lo absoluto, me hana tropellado a punto de que todas las personas que me vieron ser embestido y arrastrado por un automóvil, pensaron que estaba muerto, pero bueno esos son detalles que despues haré detalle en alguna entrada.

Hospitales, he estado en varios, he visto la luz de un niño, apagarse por la basta irresponsabilidad de sus padres, he visto el nacimiento de un nuevo ser, hermoso acontecimiento, he estado con amigos que han perdido a sus hijos, en fin.

Hay muchas veces podemos ser tan frios y llegar a ser solo autómatas del cada día, sin detenernos en ver nuestro entorno, muchas veces non grato, pero hay cosas tan pequeñas que nos pueden decir del porqué estar agradecidos con todo, muy difícil es a veces, hasta que te cachetean.

Tus ultimas líneas, me cuajan, si pudiera dar mas de mi, lo daría, lo doy.

Saludos.

dz said...

Gracias por escribir. Me acabo de dar cuenta que alguien me lee y no sabía! Sobre todo me alegra haber conectado con alguien sobre este punto del altruismo.

Fijate 'Rakzo'(sorry por que no me se tu nombre. Más tarde veré tu blog a ver si doy con tu nombre), que yo también tuve una experiencia de un atropello.

A diferencia de vos, gracias a Dios no perdí la conciencia, y la adrenalina me hizo actuár como un idiota que no se dejó llevar al hospital y me venció el temor de que mis padres se asustaran (yo ya vivía solo) así que casi nadie se terminó enterando por lo menos en como 10 meses.

Aunque maduré mucho con la experiencia, la verdad la experiencia tiene más de loca que de triste en mi caso. Tienen que haber posts en los que cuente eso, por que lo he cubierto muy poco, apenas para documentar la locura de vida que vivo.

De nuevo gracias por escribir, sentite libre de comentar cuando quieras.

Salu2,

dz