6.11.08

Páez | La Rabia Intacta



Posiblemente escuché por primer vez a Páez lo suficientemente como para que me llamara la atención cuando sonó ‘El Amor después del Amor’, allá a comienzos de los 90’s. Además de que me parecía una composición muy bien hecha para ser latina, la letra me parecía sumamente profunda. No se cuantos pueden llegar a la conclusión de ‘aprender a querer el perfume que lleva el dolor’. Otras canciones de Fito fueron de mi gusto, pero tampoco le paré mayor atención.

Mi segundo encuentro ‘cercano’, se dio cuando tenía 22 años. Estaba arreglando mi cuarto, cuando en la radio programaron una canción que era en muchas de sus frases como una recitación de mi filosofía y mi vida. No podía creer que alguien hubiera escrito eso sin ser yo. Les hablo de ‘Al lado del camino’. Luego de eso comencé a buscar un poco más de su música, y conseguí un álbum o no. Averigüé que este tipo ha tenido muchas experiencias fuertes, positivas y negativas que lo han hecho llegar a conclusiones parecidas a las que yo tengo.

Cuando escuché más, sentí que no me gustaba mucho. Pero la música de Páez es como la cerveza: al principio es como de gusto medio amargón. Con el tiempo le tomas el gusto y llegas a extrañarla incluso. Se comienza a volver interesante recapitular la densidad de sus letras muchas de sus coplas tienen múltiples significados a la misma vez. Creo que todavía no logro disfrutar tan plenamente su discografía más antigua (la mayoría antes del “Amor después del Amor”), más que todo por que la calidad de la mezcla no es muy buena. Nada que el mismo Páez no haya tratado de corregir, por que el mismo confiesa de que ‘aunque cada vez se corrige menos’, sus estándares de calidad no tienen que ir en desmedro para mantener la espontaneidad.

Además de sus talentos como ‘hombre banda’, las líricas de Páez tienen una inusual densidad. No solamente las reflexivas o introspectivas, sino también las clásicas historias, que son cuentos cantados, mantienen por ahí líneas de razonamiento que vale meditar. Es de los pocos que puedo decir que no se han prostituido por un contrato con una casa disquera, al punto de que para evitar lo que el llamó ‘elefantiásica industria’, prefirió rescindir de su contrato con Warner, y endeudarse para producir su propio sello “Circo Beat”, incluyendo facilidades de grabación que hoy son usadas por muchos artistas. Procedimiento que han hecho otros artistas que merecen mi respeto como Prince y Trent Reznor. Como dice el mismo al analizar su carrera de ya tres décadas: “Tengo la rabia intacta y no la pienso perder, sigo loco treinta años después”.

Cuando Páez dice: “Dar lo que tengo, todo me da”, me veo reflejado en esa filosofía. Creo que por eso me gusta. Yo creo firmemente que por porquería que sea este mundo, uno de los únicos réditos que se reciben en la vida no te lo tiene que dar nadie, sino que lo respirás cuando das las tripas por alguien, algo, ayudar. Como escribí antes: “Creo que el altruismo es la forma más pura de amor”. El aprendizaje, el sufrimiento, la incertidumbre como elementos que quieren acabar con ese credo y la permanencia de ese principio a pesar de todo, es justamente la esencia de sus líricas. No es la primer vez que siento parecidos en enfoque entre lo que yo he publicado y el escribe (ojo que no me comparo con el -eso sería estúpido-, sino las temáticas).

Hace seis años, descubrí que Fito iba a dar un concierto. Tenía unas semanas de haber terminado, y necesitaba despejarme, y me pareció un buen chance. Invité a varios amigos pero a nadie le gustaba Fito, y me tachaban de raro por que me gustara. Tocó ir solo. Eso me intimidaba un poco. Por otro lado, el ambiente de su música era desconocido, por que como les repito, desconocía siquiera si el tipo tenía seguidores fuertes aquí. El lugar del concierto es uno de los lugares que más me gustan de aquí, el Teatro Melico Salazar. Un patrimonio rebosante de elegancia a pesar de lo pequeño. Es tan elegante, que yo no lograba concebir un rockero en un teatro clásico. Y no fue mentira. Cuando sonaron los primeros acordes del ‘Diablo de tu Corazón’, ese lugar casi se desarma y yo no tenía ni a quién proteger. Fue una experiencia mágica, maravillosa, sublime, insuperable. No me arrepiento de un solo segundo invertido ahí.

El 4 de noviembre, Fito nos revisitó. 6 Años esperando! Por supuesto, yo estuve ahí. Los sumarios de que pasó, te los cuento pronto.


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