6.11.08

Páez | En Esta Sucia Ciudad



Este concierto iba a ser diferente. La vez pasada fui solo, esta vez, otro par de infectados por Fito: Cristian, un amigo de Heredia, y Sydney, mi cuñado que a veces actúa como más hermano que mi propia hermana, cuando se trata de hacer locuras. Habían sucedido algunos cambios incluso desde que compré la entrada: entre ellos el más sobresaliente, que habían cambiado la locación. Como no conocía ninguna, no tenía idea de cual era mejor.

Páez había pedido específicamente que escogieran un lugar que fuera como una caja, por motivos de acústica. Pero la cantidad de gente que compraba tiquetes fue más valiosa que la calidad a presentar, y decidieron escoger un lugar que no es sino un parqueo con una acústica terrible, que albergaba el doble de gente.

Sydney pasó por mí a las 4 al trabajo… logré permiso de mi jefe. Me cambié un segundo en casa, y llegamos antes de las cinco al sitio. Sorpresa 1: había una fila a esa hora de unos trescientos o más metros. Acaté bajarme antes mientras el otro parqueaba. Cuando me estoy colocando en la fila, llegó uno de los organizadores vociferando “Tenemos que volverlos a cambiar de lugar por que el dueño de esto no quiere multitudes aquí. Vénganse tal cual están en la filita, y en unos minutos los pasamos al local”. Yo me moví con ellos, y me percaté que por accidente (lo juro!) me había metido al principio y no al final de la fila (Sorpresa 2).

No podía creer lo bajo que había caído: mi moral me dictaba que tenía que ir atrás, pero… no podía perder la oportunidad de quedarme. Lo mal hecho de la fila me hizo pasar sin notarme, y el conflicto ético de colarme se terminó cuando pensé que Fito no viene todos los días y que mi honradéz no era muy valiosa en ese momento. Decidí quedarme, y aproveché que encontré un compañero de trabajo para saludarlo y disipar cualquier duda de los desconocidos que me veían raro, de que estaba colado.

Los tales minutos fueron más de una hora, y se colaron muchos más adelante que yo. Pero no tenía moral para reprender. Me di cuenta de que Fito tenía más seguidores que la vez pasada, lo cual es raro, por que aquí ni por radio suena. Que viva el Internet. Habían vendedores oportunistas vendiendo camisetas horribles, promocionando a Fito como si fuera una estrella pop. Dos dedos más de frente les hubiera hecho entender que el ni se promociona por fotos por que… el no es un hunk. Una buena cantidad era de gente muy joven, y por cierto muy enviciada. Yo vi licor. Mi cuñado droga. Luego llegaron los de seguridad a pasar la fila para entrar al local. Esa puede constituir la sorpresa 3.

En la pasada mil personas más se colaron, pero todo se controló cuando nos revisaron y nos pasaron a subir las gradas. El local quedaba en un cuarto piso. Debo confesar que me sentí presuntuoso cuando preguntaron quienes tenían de VIP, y yo contesté que yo. Me pasaron de fila y quedé finalmente de quinto. Cuando entramos, no podía creer que estaba a mas o menos seis metros del piano en el que Páez iba a tocar.

Como es costumbre en este país, el concierto se retrasó más de media hora. El muchacho que abrió, Esteban Monge, un gran trovador que desconocía, que por cierto es excelente. Escuchar sus canciones sin embargo, evidenciaron que el audio era terrible, la acústica fatal, lo cual constituía la cereza en el helado de la inmensa cantidad de cosas mal organizadas para este concierto a nivel local. Qué podía esperarse? Te cuento el Lunes...

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1 comment:

marcela said...

Qué me alegra que hayas ido!! Imagino que fue increíble. Qué buenas casualidades esas, de verdad que Costa Rica es un país grande para que lleguen los artistas allí.