27.10.08

Números



Lo que lees en este momento es producto de códigos binarios que han viajado de lugar a lugar, convertidos y reconvertidos a impulsos eléctricos. Te imaginas cuantos unos y ceros hay detrás de este sencillo post?

Lo interesante, es que realmente tampoco hay unos y ceros. Es decir, no existen, sino solo su concepto, que se aplica a diversos cálculos, con sendos resultados. Los números no tienen color, sabor, textura, tamaño. No son exactamente un objeto. Un doce sigue siendo doce en una docena de huevos, o de naranjas. Es posible que esa ‘hueca’ concepción explique por qué muchos no captan a plenitud cuando se les habla de números grandes de pérdidas de vida sobre una enfermedad, o en guerra, o de hambre.

El universo esta instalado sobre fórmulas matemáticas tan precisas, que es posible detallar con precisión el movimiento de los astros, la aurora o el anochecer de mañana con base en ellas. Esto es algo que se sabe (aunque con menos plenitud) desde los inicios de la existencia de la humanidad como civilización. Pitágoras fue uno de los precursores en documentarlo, pero definitivamente no el primero en manejarlos. En algunos casos, el amor por ellos ha producido aplicaciones supérfluas: Yasumasa Kanada, por ejemplo, calculó el número Pi hasta más de seis mil millones de decimales, y cuando le preguntaron razones, dijo “porque sí”. Para hacernos una idea, al respecto el diario “The Times” afirmó: “Si leyera una cifra por segundo, sin parar, le tomaría unos doscientos años”. Como dicen por ahí, ‘cada uno es cada uno’.

Más aún, los números cobran en ocasiones un protagonismo obsesivo que puede rayar en lo risible: hay quienes aplican lo que se llama gematría: consiste en asignar valores numéricos a las letras del alfabeto que usaban los judíos, y con base en eso decodifican la Biblia. Hoy en día los numerólogos hacen algo parecido, y juegan con los números de nuestra fecha de nacimiento para decir quienes somos, y predecir nuestro destino.

Michael Drosnin afirmó encontrar múltiples profecías bíblicas, usando un sistema numerológico que reveló varios hechos que casualmente sucedieron, cuando por el otro lado, el matemático Dave Thomas aplicó al libro de Drosnin la misma fórmula y encontró el críptico mensaje de “código”, “tonto” y “fraude”. Dave también dijo que hasta en Moby Dick se hallan ‘profecías’ casuales cuando se aplica esta norma.

De modo que no los vemos, pero ahí están. Un concepto que mueve todo, sin conocer forma ni textura, sino que se mantiene en nuestras mentes; gobierna el universo, y lo mantiene en marcha. Aunque es valioso, más de uno enfoca mal su función y especula hasta llegar al ridículo, por que la mayoría no entendemos bien de que se trata. Escarbamos, buscamos en todo lado, y creemos dar con cosas valiosas que terminan siendo fraudulentas. A veces, nos sumimos ahí por que es vital para entender las cosas. A veces, solo “por que sí”... Un momento! Corregime: es esto una coincidencia, o existe una incómoda similaridad entre un número y el amor?

Sea lo que sea, haz el cálculo: con tanto enredo, uno sigue siendo el solitario.


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