19.8.08

Decisiones

La indecisión es uno de los peores males que pueden padecerse. Se pierden oportunidades, entre otras cosas. La gente sabe que está mal. Apelando a ese sentido de urgencia los planes de mercadeo buscan en vos la toma de una decisión, en este caso la compra de un producto. Pero el hecho de que tal extremo esté mal, no reivindica el otro. La palabra que se traduce indeciso en Santiago capítulo 1 verso 8, tiene entre otras formas de vertirse la connotación de ‘alma doble’. Esta es precisamente la sensación que da alguien que no se decide.

Cuando te toque decidir, tomate tu tiempo para poder sopesar todo. Estamos hablando de tiempo con equilibrio; si otros se ven afectados por lo que decidas, es desconsiderado y poco altruista tener a otros en espera. Se deben considerar, los pros y contras de cualquier decisión, y también, por supuesto, las alternativas. Mantené tus expectativas realistas: rara vez se mantiene todo lo que se quiere cuando se decide algo: usualmente hay que sacrificar. Lo que nos deja una corolaria: cuando se toma una decisión, no se busca que calza con todo, sino la opción que está mejor sintonizada con tus prioridades.

Si todavía hay dudas, es bueno que busques a alguien sabido que te ayude a hacerlo bien. Contale las cosas completamente, y no a medias. Cómo puede dar un médico un diagnóstico acertado si no se le dicen todos los síntomas? Por supuesto, a diferencia de un médico, tu consejero es solo eso. No podés culparle de nada si siguiendo su sugerencia se cometió un error. Por que por más errado que estuviera su consejo, estamos hablando todavía de tu decisión. Algunos encuentran práctica como consejera también la literatura; yo entre ellos.

Dicho sea de paso, nunca decidas nada al calor de una emoción. Tené cuidado cuando te toque decidir muy alegre, enojado, eufórico, triste, indignado, o enamorado. Las emociones intensas nublan el juicio y te das cuenta hasta que el efecto de climax de la sensación se ha marchado. William Congreve mencionó “Los que con prisa se casan, tiempo tendrán de arrepentirse”. Si se extiende a cualquier decisión apresurada, el patrón persiste.

Considerado todo, podés decidirte. Ojo: es tonto vivir viendo el pasado. Se supone que te tomas tu tiempo para concluir, por que decides cuidadosamente lo que estás por hacer. Una vez hecho: qué sentido tiene mirar atrás? No es prudente gastar neuronas generando escenarios condicionales. No es maduro ni responsable devolverse. Un fumador o drogadicto pueden verse gravemente afectados por ese pensar si se proponen dejar el vicio, por ejemplo. ‘Acuérdense de la esposa de Lot’.

En ocasiones, decidimos para rectificar malas decisiones del pasado. En casos como estos, incluso cuando hemos acertado, tenemos que pagar las consecuencias de nuestros hechos en el pasado. La siega es opcional, la cosecha obligatoria.

Que hay de los errores? Por supuesto que existen. Pero considere como cita final, lo que dijo Theodore Isaac Rubin en “Overcoming Indecisiveness”: “Casi siempre es la persona, y no la opción en particular que esta escoja, lo que hace que la decisión salga bien. [...] El fracaso de la decisión tiene poco o nada que ver con la elección. El fracaso está directamente relacionado y es proporcional a la falta de empeño”.



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1 comment:

marcela said...

Una vez leí que en realidad no hay buenas o malas decisiones, que el Universo te apoya incondicionalmente en la dirección que vos decidás, pero me gustó mucho eso de "es la persona y no la decisión".