17.8.07

Tina [09]

"La expectación pospuesta enferma el corazón"- Proverbios 13:12

En los últimos días, la condición de Tina ha cobrado más fuerza en degradarle... Del sábado pasado hasta ahora ya no tiene aquellas fiebres terribles, pero ya no come. El domingo comenzó a disvariar, y en la noche me decía "Cuberito", que es el apodo que tenía su papá. Pasó la noche entre llamar a sus hermanos, algunos ya fallecidos, quejarse con Cuberito, y de cuando en cuando alzar sus manos al cielo y decir "Dios de bondad y amor", alzar las manos, y si entendí bien, creo que hacía movimientos como los que hacen en los cultos de la iglesia a la que ella asistía (realmente no se, por que no comparto su fe). Pasé la noche del domingo con ella, así que la última véz que la ví fue el lunes, al despedirme por que tenía que ir a trabajar. Cuando me despedí creo que ni cuenta se dió. Parece que para las diez de la mañana de ese día, ya no reconocía a sus hijos. Ahora los hombres son 'hermanos', y las mujeres 'hermanas'.

La cercana muerte parece ser apenas el primer trompetazo de la otra serie de revelaciones que predicen que la unión entre sus hijos se hará aún más fría, y que la sangre se va a arralar. Mujeres como Tina son los imanes de la familia, que cuando faltan, eliminan cualquier atracción entre los otros componentes. Lo desesperante de su condición va mas allá de saber que va a morir. El domingo en la madrugada ella ya quería estar muerta. Pero la fuerza de Tina, por primer vez, operaba en su contra. En cierto momento decía: "No ve que me voy a morir?". "Descanse mamita",

Le invadió una especie de desconsuelo mezclado con sus alucinaciones: "Deme agua pero sin agua!", me decía enojada. Desde como la media noche, pese a estar fría, me decía (y costaba entenderle por que ya no articulaba bien): "Quíteme la cobija!". Yo le contestaba: "Estás segura? Está haciendo frío". Y me respondía: "Quítemela, quíteme la cobija, quíteme todo, quíteme la vida...!".

Logré detectar un patrón cíclico en su dolor: luego de estar dormidita por los sedantes, brincaba con un grito por un dolor muy fuerte en su abdomen. Decía dos o tres frases disparatadas, y su pecho se movía despacio con respiraciones profundas: luego de eso cada vez que soltaba el aire le daba hipo, varias veces, a lapsos de mas o menos ocho o diez segundos, hasta que volvía a dormirse por unos cinco minutos. Sé que sonará patético que haya llegado al punto de determinar sus constantes de comportamiento, pero cuando tienes toda la noche en esto sistematizas la experiencia.

La dosis de su sedante se duplicó en los últimos días. Para anoche, se me cuenta que llegó al hartazgo y decía: "Ayúdenme! yo no quiero que me acaricien la cabeza ni que me den besos, lo que ocupo es ayuda! Ayúdenme!". Y quién no se va a cansar de no poder levantarse? Ni acostarse, ni hacerse de lado? Quién no se desesperaría de tener una sonda pegada, tener gente alrededor que lo más que puede hacer es tomar tu mano cuando te duele? No nos sentiríamos cansados vos y yo de sentir que ya no tiene mucha lógica seguir vivo y sin embargo no logras descansar?

El cansancio no es solo para Tina. Su hijo menor ha dedicado día y noche a su lado. Ya está tomando antidepresivos. Los otros hijos, también están agotados, y en el estrés de la situación, cada quien canaliza como puede lo que vive, a costa de algunos derechos fundamentales. La imprudencia de otros alrededor, que sienten que ser solidario es decirle a Tina cosas como: "Démele un beso a mi papá", o "Me le da un besito a Dios", o "Dale besitos a mi mamá". Los seres humanos no conocemos límites ni altruismo. Para otros, ser solidario es andar alrededor de su cama, hacerse una bomba de mocos llorando y decir al final: "Cualquier cosa que ocupen, me llaman".

La miserabilidad de la muerte. La insensatéz humana. La impotencia de los pocos que no se inmutan. Es cierto, es dura la vida, pero para recordarnos que aún puede ser peor, Tina grita con dolor "Dios mío, qué duro morirse!".

Luego de una sufrida, lenta, y desconsoladora fase terminal, Tina falleció a las 12:10 a.m. de este quince de agosto. Es una fecha particularmente significativa en el país, siendo que se celebra ese día el Día de la Madre, que aunque yo no celebro, sé que en su familia sí y por ende será un golpe particularmente más complejo.

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