7.8.07

Tina [08]

Son las ocho de la noche. Tina duerme... Toda su casa huele a medicina, y a cobija. Al principio, el silencio es desesperante. Pero cuando te comienzas a adaptar al silencio, comienzas a notar que para tu desgracia, lejos de estar en silencio, hay un escándalo subyacente que te desespera.

Los dos relojes de pared que tienen poco menos de medio segundo de diferencia con cada movimiento de aguja, y que estereofónicamente, marcan con esa diferencia, la llegada de otro segundo. Es casi como si fueran la base rítmica de una melodía, en la que todos los movimientos musicales de determinan por los ronquidos de Tina, que aumentan o decrecen dependiendo de su posición. Aparentemente los tumores comprimen sus pulmones, lo que explica los eventuales pseudo gemidos que tiene, que denotan que aunque duerme profundamente, algo no es tan placentero como debiera serlo. Su despensa está llena de compotas de sopa, frutas, y ciruela pasa para su estreñimiento.

He revisado varias veces... Y he topado con suerte... Tina no tiene fiebre. Durante los días previos en la semana, ha tenido terribles calenturas, que aunados a los medicamentos provistos por la clínica del dolor, la han hecho alucinar aún más. Durante todos estos días, en medio de todos aquellos lapsus, Tina muestra cual un polígono, sus diversas caras. La Tina peleona ("quién me puso esta porquería de pañales"), la rencorosa y paranoide ("por qué me botaron los adornos que puse en la sala?"), la vulgar (no soy capáz de citarlo, pero esta vez tendrás que creerme), y la comediante (humor vulgar, que también te quedo debiendo).

Su piel está amarilla de nuevo, su boca carmín, aparentemente exaltado a raíz de sus fuertes fiebres, y su pelo absolutamente alborotado. Su piel se está secando, producto de sus intensas fiebres (por que suda mucho) y su pérdida del apetito. Justo cuando me estoy quedando dormido, Tina se voltea y da un inconsciente gemido, lo que me despierta y me pone en alerta, pero realmente no pasa a más...

Poco antes de la medianoche, viene su hijo menor. Quise evitar que llegara esta noche, al fin y al cabo el ha estado demasiado cerca de todo este agónico proceso. Me dolió saber que ya está tomando antidepresivos, y me conmovió saber que recurrió a un permiso de trabajo para estarla cuidando todos los días. A las doce en punto, la despierta, le dice que escoja en qué parte del cuerpo quiere esta vez la inyección para evitar el dolor, le da la medicina que yo omití dar a las 10, y le da un poco de agua.

- "Hace rato llegó?", me preguntó.
- "Si, pero ella ni cuenta se ha dado. Ha estado durmiendo tan profundamente que no creo que se de por enterada que estoy aquí", contesté.

Tina tiene su ojo entreabierto, y digo el ojo por que el otro se le está cerrando, supongo que a raíz de la enfermedad... Me mira profundamente, y para probarme que ya sabe que estoy ahí, me estira los brazos para darme un abrazo y hace que me quiere dar un beso. "Diay, vieja loca?", le digo. "Loca su abuela!" me contesta...

Mientras trato de conversar con ella noto que su lucidéz mental se está perdiendo... Dice una frase coherente, y las otras son solamente intentos de decir corolarias... Le pregunto qué se ha soñado, y me dice que soñaba que tomaba un Gerber licuado con hielo, y frutas. Su hijo me dice que ese ha sido últimamente su platillo favorito, y le trae una botella parecida a las de Powerade, pero con el bebedizo que le gusta. Mientras se lo toma, dice: "Qué hago?" Y señalando su hijo, dice "... este es mi chiquito..." y le dice a el, señalándome "...y este otro también es mi chiquito... con cuál de los dos me quedo?". Yo le dije: "de alguna forma somos lo mismo... " Antes de volverse a dormir, me dejó hacerle mi habitual masaje en los pies. Su piel cada vez está más seca... Luego de eso le dí las buenas noches y apagué las luces...

En la madrugada, siento que se mueve... Me despierto y es ella que intenta levantarse para ir al baño. De nuevo está molesta por que le pusieron pañales. "Seguro están deseando que no pueda ni ir al baño verdad?", me dice enojada. "En la cabeza de quien cabe desear algo así?", le contesté. Parece que mi respuesta la calmó un poquito... Luego de ir al baño me acosté a su lado, haciéndole piojito... Me dijo que tenía frío en los piés, así que le puse mis piés entre los de ella para que se calentara... Luego hizo como que tosía... Pero luego me dí cuenta que en realidad estaba sollozando y quiso disimular...

-Llore tranquilita... desahóguese.
-Es duro ver a mis hijos sufrir así por mí. No es justo que estén abandonando todo lo que tienen por estarme cuidando. Están tomando antidepresivos y todo...
- Y no hiciste vos lo mismo por tu madre antes de morir?
- Sí.
- Y no eras vos la que corrías por ellos cuando estaban enfermos?
- Sí, siempre lo hice...
- Entonces por qué te parece injusto que ellos quieran retribuirlo? No te parece normal?
- Sí pero están sufriendo.
- Vos no?
- Si...
- No es culpa tuya, ni de ellos... Todos somos víctimas de esto, pero en especial vos. Culpabilizarte no te ayuda... Llore tranquilita, no se preocupe...
- Me voy a morir y no conocí ni un hijo tuyo, egoísta! -dijo sin la mínima conexión con el tema previo.
- El mundo tiene suficiente con locos como vos y yo... querés extender la plaga?
- Yo quería conocerte un hijo...
- Sería muy feíto...
- No, vos sos mi chiquito....

Le dí un abrazo y contuve mi llanto... se quedó de nuevo dormida. Finalmente la inyección funcionó... Me quedé dormido un rato más, y luego era hora de ir a trabajar... Dicen que la mañana era su mejor momento, y de veras se veía mucho más lúcida. Pero hubiera preferido no ver la inmensa tristeza de sus ojos... Al despedirme, me dió un gran abrazo, y yo no la pude apretar tanto como pude por que tenia miedo de lastimarle... Dice su hijo que quedó toda contenta y hasta comió más.

Sin embargo, poco antes de despedirme, viéndole a la cara, pude escuchar la detestable sinfonía de los relojes, el odioso olor a medicina, y pude sentir la misma angustia de Poe:

"Fuera, fuera las luces, todas ellas!
Y sobre cada forma que se mueve,
La cortina, una fúnebre
Baja con la premura de una tormenta,
Mientras los ángeles, todos pálidos,
Desafiantes, en primicia afirman
Que la obra es la tragedia, "El hombre"
Y su héroe, el Gusano Conquistador..."

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