16.5.07

Tina [03]

No sería justo decir que Tina no sabe amar. Pero ciertamente no ama de la forma más convencional. La pura verdad, he aprendido que son pocos los seres humanos que aprenden a amar de la forma correcta. Cuando no es una cursilería, es un método de control y manipulación, o una dependencia enfermiza, en ocasiones tan graves, que ni cuenta se dan de que tales vicios existen. Así que… quien de nosotros puede tirar la primer piedra?

La cantidad de personas con quien ella convivió a nivel romántico es un asunto que ella ventila poco. Se que anduvo con el señor Méndez, de quien habla poco, y quiero respetar ese silencio. Tiene que haberlo conocido siendo muy joven, por que concibió dos hijos con el, y el primero tuvo que haber nacido a eso de los quince años. La relación duró probablemente poco tiempo. En el ambiente en el que vivía, es de esperarse que no fueran pocos los pretendientes, ni pocas las decepciones que ella se llevó, exceptuando que hubo otro hombre, de quien ella quedó embarazada. Algo tuvo que haber salido mal para que comenzando el embarazo ya no existiera una relación sólida. Tal vez de hecho fue algo muy fugaz.

Fue entonces donde apareció Antonio. Delgado, algo fuerte, muy amoroso y tierno, pero con malicia de sabiduría popular (lo que llamamos aquí malicia indígena), Toño parece haber sido la persona con quien menos mal le pudo haber ido a Tina. Para ese entonces la langosta era un negocio que proliferaba en Limón, así que ambos tienen que haberse conocido cuando el gozaba de bonanza económica. A sabiendas del embarazo, Antonio decidió incluso dar sus apellidos al hijo que venía, y brindarle un hogar y afecto a los otros dos hijos que ya existían.

Vivieron juntos, suficiente como para procrear dos hijos, comprar casa en Santa Eduviges, y estabilizarse. Eso en sentidos económicos y geográficos, por que a nivel emocional nunca pudo darse. Se sabe que existieron constantes enfrentamientos verbales y agresión física (Tina tiene buen puño), durante mucho tiempo… Para la adolescencia de su hijo menor, la separación incluso llegó a ser algo no solo esperado, sino conveniente (ese par se iba a matar).

Hoy por hoy, Tina dice que Toñín fue siempre su único amor. Yo le creo, por que lo he visto. Luego de eso su vida parece haber tenido algo de influencia gitana, por aquí y allá. Vendió su casa, y con esa plata en su buche, sobraron quienes la hospedaran, y le abrieran las puertas, pero parece que otro gallo cantó una vez que la plata se gastó.

Desde la segunda mitad de los años ochenta y hasta la fecha, vive solita. Parece que ha intentado vivir con otra gente, pero no ha podido. Vivió con una muchacha que manejaba algo de retardo, y simplemente no le tuvo paciencia, lo cual es muy peligroso para una persona violenta. Luego vivieron con ella todos los hijos que se peleaban con la mujer, durante el tiempo de la separación, hasta que ellos decidieran irse…

Llegué a concluir que no era que no tuviera necesidad de compartir su vida con alguien. Si ella intentaba. Es que parece que, nunca aprendió a amar. Y tampoco tuvo cerca de nadie que tuviera la paciencia de enseñarle a amar y ser amada. Tina nunca tuvo que enfrentar la bofetada de aprender a aguantarle pelotudeces a alguien, y nadie le dijo a ella que amar va más allá de planchar, cocinar, lavar, atender, criar, y mantener. Cuenta que para ella era un gozo sentar a sus hijos y su familia y comer rico, comer bien. Quién en el mercado le enseñaría? Quién aguantaría los putazos que implicara hacerlo?

Cuando yo tenía doce años, con lágrimas en sus ojos a unas cuadras de mi casa, Tina me dijo: “Es dura la soledad”. Entendí lo que quería decir hasta que estuve viviendo solo. Tenés razón Tina. Es durísima a veces.

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