X|Cape
Cuando entré, era de noche; la cueva parecía más grande. Fue cuestión de adentrarme en ella para percatar que realmente iba de salida, hacia mi libertad, y la luz se intensificaba, lo cual significaba que no era de noche, sino que yo moraba en oscuridad.
La noche en la que estaba parecía tener su comodidad; tenía gente, cosas, casa. Conforme avanzaba comencé a darme cuenta que debía escoger entre pasar por el cada vez más estrecho túnel, o mantener todos los artículos lujosos con los que entré. Las estalactitas y estalagmitas del trayecto se convirtieron en los repositorios de muchas de mis prendas. A este punto, estoy desnudo.
Del Mörketid de donde vengo, entramos varios, por curiosidad, pero a este punto la mayoría se devolvió. Otros han muerto de inanición, o se han resbalado y dado contra alguna protuberancia de la cueva. Tal vez les faltó guiarse con la luz que se intensifica, por estar viendo hacia atrás. No se bien quien va adelante, por que la luz solo me permite vislumbrar siluetas, pero hay que fijarse bien, por que en ocasiones se resbalan conforme suben, y caen encima. No lo niego, me ha pasado varias veces.
Llámenme ridículo, pero es que simplemente me hartaba la vida en el Mörketid. Es decir, esta linda la noche y llena de estrellas. Pero me falta ver las cosas bien, distinguir colores, y me falta calor por que hace frío y nadie me abraza. Soy pazco. Tal vez los que quedan en la noche tienen quien los ame (o les da igual que no suceda, y eso me convierte en un eslabón débil para estar ahí). Habrá alguien del lado de donde viene la luz que me brinde el calor que ocupo? Tal vez la luz misma? Tengo la capacidad de ser un eslabón fuerte en otro lado? Sería libertador saber que no tengo que rogarle a nadie que me brinde calor.
De camino, una silueta que se sentía cálida, contorneada y de mano blanda, me aferró y me abrazó. Se sentía bien, entonces fuí estable y fuerte. Me propuso que nos devolviéramos al Mörketid por algunas provisiones. Entendí que iba muy adentrado para devolverme a esas alturas, y solté su mano. Sentí más frío cuando partió. Entendí la verdadera razón por la que las lágrimas son saladas (la sal conserva). Debo devolverme sabiendo que mis pertenencias ya no son, que no podré reconocer el cuerpo femenino que me pidió ir con ella por que ahí está más oscuro, y apostar a una luz que no se que es?
Por ratos, escucho alguien adelante en esta gruta, pero no le entiendo bien. En lo que a mí concierne, me siento totalmente solo. Ya no es fácil seguir. Mis hombros pegan concomitantemente con la gruta que se ha cerrado a unos pocos centímetros en los que apenas quepo. El oxígeno es delgado. Tengo mis rodillas y codos raspados de tanto dar con las piedras. Por momento me muerden bichos, y las excoriaciones en la piel no son pocas. La tentación de devolverme sigue. Eso sí, la luz ha conseguido entibiarme.
La luz significa mi vida; también mi muerte. La oscuridad significa mi defunción, y mi existencia. Acaso soy un bicho híbrido de piel gris, que necesita ambas experiencias para saber donde morar? O solo tal vez, estoy a punto de salir de la boca de un inmenso monstruo en cuyo estómago nací y residí. La única forma de ver eso bien, es llegar a la luz, al final de este túnel. Si ya he perdido todo. Qué puedo perder?
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