10.7.08

Bull Ship

No era tan buena hija, por que tuvo conductas bastante ingratas. Pero un buen día, años después de haber dejado su nido, un suceso repentino acabó con su vida, y de alguna forma la de su madre también. Los siquiatras no han sido suficientes para ayudar a la madre doliente a controlar su perenne depresión, y de cuando en cuando come vidrios, se sobre dosifica, y aún ruega por el fin de su existencia.

Este otro, fue de alguna forma un padre espiritual para mí (no es algo muy de fiar, por que cuando la figura paternal es ausente vivís inconscientemente buscándolos, y adoptas miles tan disfuncionales como el que ya tienes). Recuerdo haberlo ido a visitar en aquel hogar de recuperación de alcohólicos. Entendía la imperfección en mis mentores para esa época, así que ya no importaba. Mientras hablábamos, un internado nos interrumpía con alguna frecuencia con frases como ‘qué aburrido estoy!’. Luego, saliendo anunció: ‘me voy de aquí’. Acababa de iniciar su siguiente recaída.

Mi amigo recién salido de su rehabilitación para drogadictos se veía muy bien, y estable. Me contaba de su aún fuerte lucha en su reinserción social, pues bajándose del autobús, todos los drogadictos con los que anduvo antes le saludaban y le ofrecían, y que tenía que correr por que la tentación es fuerte. El entiende que puede estar cerca de caer, por que lo siente.

Conocí a un hombre dispuesto a darle la cara a un sicario que le amenaza. La razón? Dar la cara por la mujer que el ama, quien por segunda vez le abandona y es infiel, y le propuso regresar, a pesar de dejar claro que no volvía por amor. El sicario es la persona por quien le abandonó, y está dispuesto a ‘cobrar’ a esta mujer otra vez.

Cuánto somos capaces de hacer por mantener algo que extrañamos? Acaso que de alguna forma el vacío que se crea cuando algo falta, es una suerte de hoyo negro que nos succiona para que retrocedamos ante cosas que claramente están mal? Vale más vivir con frustraciones a largo plazo que nos den una gratificación mas o menos inmediata, que las frustraciones temporales de gratificación futura permanente? Todo depende de si le preguntás a un corazón, o a un cerebro. Cuando al corazón, vas como toro al degüello. Edgar Allan Poe habló del ‘Demonio de la Perversidad’. Dalo por hecho: tendemos a traicionarnos.

Ante mis pérdidas recientes, la terapia ha sido ocuparse. Y algo ha funcionado; se presentan oportunidades nuevas en emergentes ámbitos; crecimiento. Pero hay un conflicto: percibo que aún soy insuficiente para atender los proyectos por los que tanto peleo, y arrastro ambiguamente una especie de peso de conciencia de haber sido escaso para mantener lo que ya no tengo. No falta por que se fue, sino por que fue despachado. Tal vez busco sabores que no existen. O tal vez soy de mal sabor. Tal vez debiera buscar más saber que sabor. Tal vez, me estoy traicionando.

Mientras tanto, los habitantes de esta nave sentimos la seguridad de saber que nos movemos aunque sea por un piloto automático (mi sólida decisión) pero lloramos como israelitas recién salidos de Egipto por los puerros y las cebollas que dejamos atrás con nuestra esclavitud. Ruego por encallar en un propósito, luego de haber comido tanto vidrio y sobre dosificarme; o si no lo logro, por el fin de mi existencia. No concibo la vida complaciente pero sin sentido.

"Pero, ¿para qué diré más?
¡Hoy tengo estas cadenas y estoy aquí!
¡Mañana estaré libre!
Pero, ¿dónde?"



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