Liver-tad
No existe cosa tal como la libertad absoluta. Tal vez por eso es que me choca tanto el uso irrestricto que se le da a la palabra cuando en realidad lo que quiere representar es libertinaje. Se ha puesto de moda asumir la libertad como una especie de hedonismo, alguna suerte de anarquía en donde sos más libre entre más decís: ‘yo hago lo que me da la gana’.
Moral, ética y creencias aparte, este libertinaje se convierte en algo bastante tonto. Para empezar, muchas de las personas que viven en eso, en realidad lo hacen justamente por subordinación a las normas de lo que esta sociedad dicta que es la libertad en el momento. Y como se han puesto de moda los ‘reality shows’, que de realidad no contienen nada, la famosa autenticidad se ha convertido en una estupidez cliché en la que cada quien hace sus irreverencias alegando, ‘así soy yo’.
Hasta donde es posible que la gente prostituya su libertad? Desde exhibir la intimidad sexual por las compañías cables de Endemol, hasta que un roquero consagrado permita que el mundo entero se entere de los graves problemas de drogadicción que sufre su hijo. Las jueces de los concursos de talento se envuelven y se emborrachan en la pantalla, y nosotros, yo incluido con todo y este post, ventilamos nuestra vida privada en un sitio web producto de otra moda que anda por el mismo hilo filosofal: el web 2.0.
La lista sigue: las Pamelas y las Britneys son amenazadas con sus videos íntimos de sexo por sus co-protagonistas compañeros, las jovencitas se pelean entre sí con estandartes de cuestionable cristianismo, ateísmo, homosexualidad y autenticidad para ver quien es la siguiente supermodelo norteamericana, y la definición de un buen rapero se minimiza a ver quien se agarra más sus cosas, insulta más improperios contra cualquier estrella y ventila con cuantas viejas se ha involucrado. Las Mariah’s exhiben sus ‘emotional breakdowns’, las Madonnas quieren aumentar sus ventas con besos lésbicos, y los nipplegates han sido capaces de generar records de búsqueda en internet justo en la misma época en que se revela un importante informe sobre lo que realmente pudo haber sucedido después del acto terrorista del 9/11. Eso es libertad en estos momentos, estimados lectores. Una indiscutible porquería.
Es eso libertad? Para nada. Pero ha generado un nuevo estándar de conceptos alrededor del término, hasta el punto que vemos a todo el mundo cayendo en esa insulsa práctica, y es algo igual o más dañino que los estándares de belleza que han sido el génesis de la mayoría de las bulímicas y anoréxicas que tenemos en este momento.
Llega el momento, en el que uno debe preguntarse: qué entiendo por libertad? Cuán libre realmente soy yo? Por que siendo las cosas así, y entendiendo que todas las libertades son absolutas, uno tiene que preguntarse en realidad, no cuán libre es, sino cuánta libertad disfruta uno bajo la esclavitud que ha escogido tener… Déjenme ejemplificarlo por favor:
Los padres que renuncian a mucha de su libertad y su economía por disfrutar de la enriquecedora experiencia de la paternidad, deciden voluntariamente suprimir algunas facetas de su libertad con tal de dejar de replegar sus deseos. Independientemente de que uno comparta o no cuánto realiza a un ser humano reproducirse, es innegable que muchos han encontrado su realización con este tipo de experiencias.
Otro ejemplo pueden ser las personas que se someten a la ‘esclavitud’ de estudiar y quemarse el coco con tal de sacar una carrera. Si bien es indudable que se pierde y se sacrifica mucha libertad, en realidad se asume como una inversión que paga por disfrutar la gratificación de destacar en algo en el ambiente profesional. Muchos realmente no se emancipan del todo del proceso, pero si les preguntas, no son exactamente personas que se consideran esclavos o auto-confinados. Quién soy yo para decir que no disfrutan de algún tipo de plenitud por dedicarse a algo que es importante para ellos?
En estos días, he tenido que decidir renunciar a una libertad de las que más añoré. Nadie me lo impuso. Nadie lo pide. Yo lo decidí. He llorado, y vivido el luto de un muerto que nunca nació, por que sencillamente se me ha hecho muy desgastante mantener una llama viva con la amenaza de que siempre se va a apagar, por sí misma u otra razón. Mi corazón esta lijado. Tenía que escoger entre mis planes principales de vida, y la entereza de lo poco que queda de mí, y esto.
Sé que hice lo correcto. Pero lo lloro. Mi declaración recién hecha rebota por mi cráneo, haciéndome enfrentar una realidad para la que evidentemente no estaba tan listo: “uno tiene que preguntarse en realidad, no cuán libre es, sino cuánta libertad disfruta uno bajo la esclavitud que ha escogido tener”.
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