Beauty. Is the Beast?
“Madurar, es comenzar a podrirse”
No sé quién es el autor de esa frase. La escuché de Cecilia Roth en los prólogos de una película cuyo nombre no recuerdo. No se si citaba al escritor del guión, o en efecto cascada al director de la película, o bien algún autor conocido que en mi inmensa ignorancia no he tenido la oportunidad de leer. Suena pesimista, debo reconocer. Y sin embargo encierra mucho de verdad, y lo digo con doloroso asombro.
De cierto tiempo para acá, hay algo que me preocupa no solamente por la dificultad para entender muchos asuntos, sino su efecto en mí (porque de alguna forma los siento como positivos):, mi admiración se erosiona cada vez más, hasta ser eso mismo como tal en muchos casos lo único que me asusta.
Entre más tiempo pasa, las redes neuronales generan conexiones nuevas y desechan algunas que se sienten como cliché, y aunque mi fe se ha fortalecido como nunca, mi tendencia en general me apunta como brújula a cada vez tener menos expectativas de la gente en toda dirección posible.
Los discursos intelectuales cada vez me suenan más vácuos y con tendencia a dar vueltas sobre asuntos en los que nunca logramos concretar, al punto que yo mismo me canso de oírme. Los tecnicismos y la altisonancia en el lenguaje me indisponen, y no por que no los capte, sino por que encuentro que son las burdas prendas que usan muchos para relevar sus faltantes.
Es demasiado cansado para mí pasar por el proceso donde la gente busca reafirmarse en sus intervenciones, con frases en las que te destaquen su autenticidad, fuerza, seguridad y autoestima. Es que nadie se da cuenta ya que eso también es un cliché? No puede ser posible que solo yo haya notado que esa hablada nauseabunda surgida de los reality shows y las chusmas de barrio son una matráfula para compensar una carencia!
Las mujeres que me seducían, cada vez me seducen menos y me decepcionan más (aunque se que hay muchas muy valiosas, esto no es un ataque al género). Siento que este asuntito de las igualdades reales, lejos de cultivar que las mujeres potencialicen sus virtudes, ha hecho que se embrutezcan como nosotros los hombres y cada vez sean más sosas, simples, clasistas y supérfluas. En ocasiones me pregunté, si eso no será, producto de algún tipo de feminización (no afeminamiento) a la que me he expuesto. Tristemente ya no me lo pregunto.
Yo, el poeta, el que desde que es niño escribe poemas para sus hermanitos menores, para la chiquilla que le gustaba, para el primer amor, para mis desamores, para mi novia, para mi exnovia, para la mujer de mi vida que parece que aún no conozco, de pasión, de inspiración, de sensualidad, de sexualidad, de erotismo, de reflexión, de fe, de profundidad, de las flores, de la soledad, de la vida, y de la muerte, encuentro cada vez más difícil escribir de forma que sienta que puedo dar algún aporte (incluyo esta reflexión en la lista). De veras será poeta el que de repente siente sosa su propia escritura?
Y aunque no soy un vago, y he experimentado las mieles de la retribución del trabajo creativo, cada vez la siento menos… se me esta yendo de las manos! Me invade una sensación de vacío, de desesperación de que puedo estar perdiendo el tiempo buscando riquezas ajenas, y un progreso personal que no se si me hace mejor persona. Miro con cierta envidia la ambición de los jóvenes que entran a nuestros mercados, con esa hambre, y ese ojo del tigre que en mi caso sufre retinosis pigmentaria.
Me miro en un espejo íntimamente, desnudo por dentro y encuentro que me morfo en un hombre pazco, cansado, sin sentido de disfrute, que se siente cada vez menos humano. Me estoy haciendo una bestia. Una bestia que para peores no me desagrada del todo y con la que incluso disfruto cercanía y comfort. Si, soy la bestia más bonita que he conocido y a quien le tengo más confianza.
Cada vez menos humano y más zombie. Aprendo solo para reconocer que no se nada. Crecer solo me deja de lección que soy tan miserable, y mi corazón se desmorona y se descarapela como nuestros glaciales se deshielan, y me hundo…
En todos los funerales de los fallecidos en D-Verse-City, luego de llorar, alguin concluye en el funeral: “Cuando algo se poda, el crecimiento retoma mas fuerza en una dirección más definida”. Dinamito confundido todos los condados que sean necesarios hasta que deje de sentir que me estoy muriendo…
Tal vez, contrario al mundo exterior, en mi ciudad interna, el proceso de putrefacción finalmente deje de suceder cuando muera. No es una nota suicida. No ves que uno tiene que andar ya medio muerto para escribir así?
“Que algo cambie para no cambiar jamás” reza una de mis canciones favoritas. Necesito recuperar mi capacidad de asombro. Necesito volver a sembrar las semillas de la ilusión, para recoger en algún momento la siega de la perseverancia. Asombrarme y maravillarme en un nivel profundo me conecta con mi humanidad, mi autenticidad, mi identidad.
Depresión? Sobreanálisis? Cansancio? Misantropía? Jehová, ayúdame! (Salmo 94:17-19)
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