30.4.07

Tina [02]

Ahora se ve pasiva… pero no fue siempre así: recuerdo cuando fui con ella a Panamá y agarrando una pacha de guaro en su mano gritó luego de sorber un poco de la botella “en este viaje el guaro es un alimento” (parafraseando una canción folklórica). A manera de ejemplo adicional, supe que en cierto momento, cuando su hijo decidió regalar frutos de un árbol a una visita, Tina se enojó y le reclamó. Cuando este le recordó que el había sembrado dicho fruto, le dio un par de chancletazos y le sentenció: “Usted a mí no me vuelve a sembrar ni una pelota de mierda!” (siempre me da risa imaginarme esta escena).

Su crianza fue tan disfuncional como la de nuestros días. Su madre era soltera, y de hecho ella y sus hermanas son fundamentalistamente seguidoras del matriarcado. Hembras fuertes, tenaces, luchadoras, supervivientes, desde que son pequeñas. Para que te hagás una idea, en Limón, que abunda la gente gritona, a ella y sus hermanas se les conoció por las ‘cornetas’.

Vi una foto de ella cuando era joven, y por lo menos en esa foto se ve muy linda. Ahora se ve como una viejita linda (para mí, lo es)… Es pequeñita… Pelo gris, algo largo, un poquito enjuta y toda la piel llena de manchitas solares.

A pesar de no estar al máximo de su salud, y de ser opacados tras unos lentes bifocales un poco maltratados, todavía impactan sus ojos que se hayan en algún punto entre el verde y el celeste (aunque son más verdes que celestes). Sobre ellos caen cual dos amplios telones las bolsas arrugaditas de sus párpados, y se yerguen encima dos cejas que parecen boomerangs, que suelen alzarse cada vez que para bien o para mal, Tina decide hacer una afirmación importante.

Su nariz, es como la de la bruja que pintan en las caricaturas (aquella que cuando sale corriendo deja unos pelos en el aire dando vuelta), pero menos quebrada… como ya tiene sus añitos encima, tanto la nariz como el resto de su rostro tienen poros grandes y saturados, manchas, y sus arruguitas, que aunque no se entienda bien, a los ojos de algunos de nosotros, son ornamentales. Bajo su nariz, una boca ancha, pero de labios delgados. Su labio superior parece un paréntesis de cierre rotado a menos noventa grados, con el piquito del centro hacia abajo. Cuando habla, el labio, que con los años ya se le empezó a caer, indica de alguna forma su estado de ánimo… entre más arriba, más contenta está.

Crées que me estoy burlando? Poco importa. Ella sabe que no es así. Ella y yo hemos aprendido a reírnos de nosotros y a entender que en las cosas que los ignorantes que etiquetan ven deshonra, se esconden las más extraordinarias maravillas. Tina es una de esas. Tina es de alguna forma como un eclipse: única, poco frecuente, y si lo sabés ver bien, sabrás que detrás de ella se oculta una cantidad de luz que mas de uno que no es sensible ni sabrá que existe.

Hoy la cabeza de Tina huele a aceite de aguacate, y la piel huele como a rodilla raspada asoleada. Sus pies deformes por los juanetes estan limpiecitos, pero son testigos silenciosos de su árduo trabajo. Una suerte de monumento corporal a todas las calles que caminó, con sus canastas encima, para hacer su buchaca y guardársela, como todas las doñitas de aquel entonces, en su buche.

(Continuará...)

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