Aún en proceso de entender...
Cuando somos bebés, entendemos por amor que nuestras madres nos alimenten, nos apapachen, y somos los héroes del lugar con nuestros besos. Todas las gracias te las ríen, hasta las más estúpidas… es tan sencillo amar así!
Con el tiempo, la tal ‘madurez’ comienza a hacerte negociar un poco el concepto. Te gusta tener cierta independencia, y tal vez te olvidas de tu madre heroína cuando encuentras la fascinante experiencia de estar en el jardín de niños con tus nuevas amistades. Como que de alguna forma entiendes que no tienes que vivir pegado en una forma tan extrema -como antes a la teta de tu mamá-, para seguir disfrutando del amor. Cierto?
Luego llega la adolescencia… De veras que se adolece durante esos días, donde las hormonas te enturbian tanto la vista que comienzas a pensar que el amor es en realidad lo que luego concluyes que es falta de amor propio. Es la edad más vulnerable. El primer rompimiento es caóticamente desastroso. No te crees capaz de vivir, tampoco de morir. Un amigo es el que solo te deja estar solo para cuando tenés que ir al baño y todo busca una auto retribución; se ponen de moda las frases como “Si de veras me amás, harías esto…”, o “Un amigo de verdad, haría aquello y no haría esto…”. Como época naturalmente extrema, también estás dispuesto a hacer lo que se necesite por la otra persona, sea amistad o novia. Entonces viene el ciclo natural de agresión que eso conlleva. Eso lo viví yo en mi adolescencia, pero la pura verdad conozco muchos adultos que siguen con ese modo de pensar, y no es para menos si consideramos que la cultura naca inyecta que el amor es un virus enfermizo centrado en cosas que finalmente no definen un carajo.
Algunos, logramos llegar a ciertas edades en teoría adultas, y te dás cuenta que has vivido de un mito estúpido sobre lo que es el amor. Todo aquello de: “Si no te tengo me muero”, “Can’t live if living is without you”, “Vuelve, que sin ti la vida se me va”, son solo estiércol (yes am trying to be polite here). Mucha de mi poesía va incluida en ese estiércol, lo digo sin ambages. Entendés que muchas veces en las relaciones afectivas buscás desesperadamente llenar un hueco que nadie puede llenar, incluyendo la persona que tuviste en mente. Ni los amigos, ni las amantes, ni las novias, ni tus padres, nadie llega a ser suficientemente fuerte como para suplir las necesidades que tu retorcido psique no ha sabido resolver.
No me hago pasar por intelectual y vivazo aquí: entender esto me costó plantones, lágrimas, una de mis dos depresiones suicidas, tomos interminables de poesía estercoliza, y lo doloroso de entender que el amor como tal no suele rebosar de la pasión que uno está acostumbrado a ver en algunas fuentes de entretenimiento. Al carajo las maripositas en el estómago. Al carajo la fuerza cegadora del amor… Nada de eso funciona con las crisis. Nada de eso te sostiene cuando hay dudas, nada de eso te da seguridad.
A la última muchacha con la que salí, en cuyo caso no se pudo pasar a más por estupideces que no vienen ni al caso, pero con la vergüenza del caso fue más un problema de la gente que nuestro, la senté mirándole a los ojos diciéndole con un agudo sentido de urgencia: “Yo no se si entre nosotros va a poder o no establecer una relación, pero dejame darte un consejo: no le creás a nadie, ni siquiera yo, que te diga que te puede hacer felíz. Eso no es posible si vos no lo has decidido primero. Si entre vos y yo habrá algo más o no, solo Dios sabrá, pero dejame influenciarte de por vida con este aprendizaje que tanto me ha costado incorporar. Nadie te puede hacer felíz si no lo decidís. A lo mucho te la pueden plenifirar la felicidad. Pero no dártela. Me explico? -y como un abuelito amargado le decía:- puede parecer por momentos que es distinto, pero al final no es así.”
Comprenderán por qué me fascina desde esta perspectiva, el último álbum de Páez, que según el mismo, no es más que ‘un tratado doméstico del amor’. En una entrevista reciénte se dejo decir algo que mas o menos resume lo que me ha tomado tanto tiempo explicar: “Cuando uno le lame las heridas a una persona querida, cuando le pone un paño en la frente para que se le vaya la fiebre, o le pone música, eso es el amor. Yo, con los años, descubrí que el amor no es el amor de la primavera, el de los adolescentes. Igualmente, ese amor lo celebro. Y me encanta.”
En algún verso de desamor justo con la misma muchacha que acabo de mencionar, escribí “Descubrí que el altruismo es la forma más pura de amor”. Es cierto. Pero no deja de existir la cuestionante de qué gracia tiene el asunto de dar las tripas por otra persona, tus vísceras con tal de que la otra persona esté bien, sin necesidad de esperar algo. Esto lo digo por que es justamente mi filosofía de vida: tratar de ser altruista.
Sugiero considerar para formar nuestra opinión algunas palabras de Páez que finalmente me lograron hacer ver verbalizado un concepto que internamente siempre he conocido: “El amor esconde un extraordinario y saludable egoísmo. Dar amor siempre te hace sentir bien, y eso es maravilloso. Tenés el beneficio secundario de la ofrenda. Y la oportunidad de ser generoso, sobre todo si pensás que la pasión amorosa es más urgente que todo lo demás: si alguien necesita amor, hay que dárselo. Y no preguntarse si es cursi.” Jesús lo dijo todavía más bonito: "Hay más felicidad en dar que en recibir".
Quizás por eso, en su último álbum, Paez decidió ser absolutamente austero: y es austero en serio. Su disco solo contiene dos instrumentos y ambos la pifian con frecuencia: piano y su voz (hasta su respiración se escucha).
Hay que sentarse a pensar en la perspectiva de amor que puede tener una pareja llena de problemas que se mantiene a pesar de todo por ‘los hijos en el cuarto de al lado’, o la mujer que mató a su padre incestuoso y con la cadena perpetua ‘pagó su libertad’, y se muere por comerse a besos a su hermanita muda por que tiene empatía con su sufrimiento. El hombre, que como yo ante mi último rompimiento oficial, celebra que a pesar de que estuvo tarde para aprovechar una oportunidad única en su vida con la muchacha, celebra gozoso que ella finalmente experiencia otra ‘mágica hermosura’ al lado de otra piel. La decisión de amar a alguien aunque rechace o ataque. O la madre viuda, que se enamora del cura del pueblo, que por rescatar a su hija adicta muere, y recibe su beso de amor en su féretro.
La sensación del amor se entrega por que de alguna forma la otra persona te ha hecho sentir que vale la pena invertir pasión y sentimiento en el amigo. Eso no es ninguna prueba de que serás correspondido. De nuevo Fito interpela: “El amor es amar las cosas con las que uno se vincula, con las que vivís. No importa que eso tenga o no tenga sentido, o que no te ofrezca un rédito afectivo. El amor no se pide, se da. Debe ser el único espacio en el que, al menos yo, no busco ningún rédito. Y esto lo digo con alegría. Por supuesto que la herida narcisista está cuando uno no es correspondido; eso ya lo sabemos.”
Qué es lo fascinante del amor entonces? Fito contestó: “Que nadie sabe bien de qué se trata”. Sentís que es un poco tonto aprender esto cuando ya tienes tanto tiempo, lágrimas y grietas de corazón de por medio? Bueno… el disco empieza con la frase “La sabiduría llega cuando no nos sirve para nada”.
Vos... qué decís?