Zombie
Creo que vivir podría serlo, pero ahora es algo mucho más real."
- Fito Páez
Se anunció mi muerte a mediados del año pasado. Lloré y me asusté mucho. Sentí morir (de todos modos, era lo apropiado). Pero reflexionando, concluí que tal vez nunca estuve vivo. En fin, como dicen los abuelos, a todo chancho le llega su hora. Para morirse, solo hay que estar vivo. Así es la muerte.
No te creás los cuentos de que los muertos siguen vivos y sienten, pero de otra forma, en alguna suerte de frecuencia sobrenatural, que las antenas materiales no captan. No. Ni gastés neurona figurándote que se siente morir. Ningún túnel, ni que ocho cuartos. Me di cuenta que estaba muerto, justo porque no sentía. En serio, nada. Todo resulta irrelevante, intrascendente, te pela. Como que se secó la mata.
De los perezosos, se bromea: ‘Está muerto, solo que no le han avisado’. Oh ironía! Fue lo que me sucedió. Yo hubiera jurado no solo que sí vivía, sino que no era haragán. Tenía planes: ansiaba un mañana, viví con propósito y todo eso. Tenía tanto que hacer, que cuando ví lo que le dejé en herencia de trabajo a un par de amigos, quise revivir. Quizás valgo más vivo que muerto (o sería al revés?): hubo hasta quien me extrañó (también quien reveló que al cabo que ni quería). Y posiblemente eso, fue lo que generó, que comenzara a vivir un luto por mi: gemí mucho, y no por estar muerto sino por lo que le dejé a los vivos. Cómo deseaba poder ayudar!
Como con todo luto, tienes tus facetas bipolares y por rato meditas. A ratos lo aceptas, pero por instantes pensás: cómo es posible que lo que me duela sea el daño a otros y no mi propia muerte? Que importa ya? No que muerto, o qué? Entonces cuestiono: Y si te enterraron vivo? Y me respondo: Y si es así, para qué vivir? Para otros en vez de vos? Para qué si no hay quien espere, y al fin otra vez tocaría volver a colgar los tennis?
Por un tiempo la negación me da por pensar que puedo resucitar. Y casi puedo sentirme feliz de pensar que estoy sirviendo para algo. Una especie de calor interno genera el placebo de sentir que amo, y hasta que soy amado. Supongo que es el equivalente de los muertos de ver el túnel desde una perspectiva del hades; pensar que se siente. A eso le llamo jugar de vivo.
No entiendo. No se por que tanta negación, si cuando hago retrospectiva puede bien ser que haya deseado más estar muerto, que lo que disfruté de vivir. Vivimos para culminar muertos. Y sacrificamos la vida para sentir que la podemos lograr. Lo bueno es, que aprendí que ni vivir ni morir son todo en esa vida (ni en esta muerte). Quedé como zombie. Un poco en automático. Un poco consciente. Un poco muerto. Poco hombre, quizás.
Decía que a veces, reflexionando, dudo si realmente estuve vivo alguna vez. Pero de muerto, cuestiono más bien, si es que el deseo de resucitar sugiere que puede que no lo esté tampoco. Soy mi propio antónimo: cuando vivo quería morirme y ahora uno quiere vivir. En fin, como dicen los humanistas, todos tenemos derecho a vivir, tal vez incluso de muertos. Así es la vida.